VIVE DISFRUTANDO

El quiosco de «La Chata»

Hasta los veintidós años vivía con mis padres cerca de cuatro plazas, la de los Vadillos, la de las Batallas, la de San Juan, y la Circular. A las niñas y niños con los que jugaba les encantaba ir cambiando de plaza de vez en cuando. Solíamos jugar a la comba, al escondite, y a burro; también teníamos un juego bastante bárbaro que era el hacer quedadas para tirarnos piedras con los chavales de otras calles, o de otros barrios. Nos divertíamos de lo lindo, aunque el respeto a los mayores era tan evidente como respirar, y a veces cualquier vecino nos reñía si nuestro comportamiento no era el adecuado.

Podría hablar mucho de los juegos, de mis vecinos, pero en realidad quiero hacer un pequeño homenaje a una mujer trabajadora, una mujer que se convirtió, con los años en un auténtico personaje de la ciudad; ella es Demetria Rodríguez, que para la chiquillería de entonces, y para la gente de toda la ciudad era conocida como la “Chata”. Sí, era la mujer que regentó el popular quiosco del Atrio de Santiago.

Cuando yo era niña, la Chata vendía de forma ambulante por los barrios, iba empujando un carro lleno de periódicos y revistas. Con qué paso saleroso iba la Chata gritando: “el Norte… el Diario”, “el Norte… el Diario”. Los chiquillos la seguíamos algún tramo, y nos encantaba gritar con ella, “el Norte… el Diario”. A veces se enfadan con nosotros y nos intentaba espantar con un: “queréis iros a dar la turra a vuestros padres”. Insistíamos y la acompañábamos por las cuatro plazas. Recuerdo como caminaba, su mandilón donde llevaba un montón de monedas para dar los cambios. También estaban los domingos, cuando por mandato de mis padres, tenía la tarea de comprar “el Norte”, y la revista “El Semana”, y ella sonreía mientras yo bajaba la mirada, y gritaba con el pensamiento: “el Norte… el Diario”, “el Norte… el Diario”.

Enviado por Dolores Sánchez Sánchez para el Rincón del lector de la edición nº 9 de VD, jun-jul 2019.

 

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