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La «Carmañola» en Valladolid, por Joaquín Díaz

Relacionado con la época en la que se interpretaba la carmagnole o carmañola en España.
Cuadro de Louis Leopold Boilly, pintado en 1792

La Carmagnole o Carmañola, una de las composiciones más interpretadas en la época revolucionaria de España.

Fue en las dos últimas décadas del siglo XVIII donde dieron al llamado “mundo civilizado” motivos para preocuparse. Unos desharrapados que se denominaban a sí mismos “sans-culottes” (sin calzones, por no llevar los pantalones clásicos de la burguesía o la nobleza) pusieron en jaque los principios y bases de lo que ellos habían bautizado como Antiguo Régimen: una monarquía despótica y desgastada, una representación de dios escindida y tiránica, y una patria que trataba a duras penas de definir sus propios límites como nación, caracterizaban a una sociedad que se debatía entre lo malo conocido y lo bueno por conocer.

La Revolución que sacudió Europa y sus colonias tuvo inevitables consecuencias, como el reconocimiento de los derechos de millones de personas, la supresión de algunas desigualdades injustas y arbitrarias, el cuestionamiento de un poder feudal inicuo y la vuelta a sistemas de gobierno antiguos y contrastados como la república. Todo ello no se produjo de la noche a la mañana ni de forma incruenta, claro está. La historia es testigo de horrores y errores, cantados y contados por los protagonistas de aquellos hechos. Porque las canciones siempre fueron un imprescindible acompañamiento para quienes desde los caminos, las plazas públicas, los púlpitos o los tablados pretendían cambiar la sociedad y sus costumbres (revolutio, en latín, significaba dar una vuelta, dar un giro).

Entre las composiciones más celebradas e interpretadas en esa época revolucionaria está sin duda la denominada “Carmagnole” o Carmañola, cuyo origen estaba en una especie de prenda de vestir -chaqueta, o más bien paletó- que usaban algunos obreros que se unieron a los primeros cuerpos de ejército populares y que procedían de la Carmañola (Carmagnole) italiana.
Dansons la Carmagnole, vive le son, vive le son.
Dansons la Carmagnole vive le son du canon…
https://www.youtube.com/watch?time_continue=54&v=guBcAVmHFTE&feature=emb_logo

La canción, popular y fácil de interpretar, tuvo bien pronto contrafacta que contribuyeron a su difusión. Como bien se sabe, el contrafactum (o contrahazimiento como lo denominaba Nebrija) era una antiquísima costumbre que consistía en utilizar una melodía pegadiza para ponerle diferentes letras. Por supuesto, en el caso que estamos tratando, no todas esas letras eran partidarias del Nuevo Régimen.

La revolución se extendió en el tiempo y en el espacio y trajo como consecuencia la invasión de los pequeños reinos italianos -como el de Nápoles- que cambiaron monarquía por república con la ayuda francesa, primero de los jacobinos y luego de Napoleón. De ese modo, al menos por unos meses, el hijo de Carlos III, el rey Fernando IV, tuvo que soportar la República Partenopea (Parténope era una sirena que dio nombre legendario a Nápoles) hasta que un obispo partidario del monarca depuesto, el cardenal Fabrizio Ruffo, reclutó un ejército irregular -formado por campesinos, artesanos y bandidos- que recuperaron el poder y los territorios de la realeza al grito de “Santa fede”, es decir la santa fe, por lo que se les denominó “sanfedistas”. La Carmagnola fue su himno y la religión y la tradición su bandera.
https://www.youtube.com/watch?v=8yWoHeiCH3Y

Quien pretenda saber qué sucedía en España mientras tanto, deberá matricularse en la difícil asignatura del siglo XIX español, con sus guerras enconadas, sus ideologías enfrentadas, sus partidismos irreconciliables y sus estériles y crípticos proselitismos (francmasones, carbonarios, comuneros, feotas, etc.). Comprender un poco ese período de la historia de nuestro país no significa necesariamente ponerse del lado de alguna de las facciones que contribuyeron a devastarlo, con la excusa de imponer sus ideas como las mejores. El sentido común ya había empezado a hacer las maletas y buscaba otros predios.

Pero para el caso que nos ocupa, el de la Carmañola, es evidente que también tuvo sus versiones en español. Hace muchos años, recogiendo en Mucientes unos paloteos con mi amigo José Delfín Val, escuchamos a Macario Zalama, dulzainero y acompañante habitual de las danzas, un texto que nos llamó la atención:
Los franceses señores
son unos borrachones
que por la mañanita
tiraban del porrón.
Mataron a su rey,
Jesús qué mala acción,
al son de la plana mayor
Kirie eleisón, kirie eleisón
al son de la plana mayor
Kirie eleisón al pie de un cañón.
Pronto nos dimos cuenta de que aquel texto sin duda procedía de esa época difícil y podía haber sido un contrafactum del célebre himno revolucionario. “Al son de la plana mayor” era un remedo de “dansons la Carmagnole” y el “kirie eleisón al pie de un cañón” una traducción sesgada y un poco forzada de “vive le son du canon”. No acaban ahí las versiones españolas de la Carmañola: Francisco Alonso (1887-1948) compuso en 1933 una zarzuela titulada “La Carmañola”, con libreto de Luis Fernández Ardavín, en la que se reproduce la melodía original del famoso himno.
https://www.youtube.com/watch?v=x1_dx4BaThk

Arthur Wellesley, el primer Duque de Wellington, no ocultaba la poca gracia que le hacían los militares españoles y, tal vez por haberse educado en Francia, mostraba su preferencia por la astucia de las estrategias francesas pese a que eran sus enemigos. Le encantaba que los franceses atacaran por la noche y que por el día les entretuvieran hasta “bailando la Carmagnole”. De todo ello da cuenta su descendiente Muriel Wellesley en el libro “El hombre Wellington a través de los ojos de quienes le conocimos”.

Georges Bastin y Adriana Díaz, de la Universidad de Montreal, publicaron hace casi dos décadas algunas de las vicisitudes que la Carmañola tuvo que soportar al exportarse a América. Su traductor en este caso, el revolucionario español Manuel Cortés Campomanes, fue un activo conspirador en la trama de San Blas de 1797 que pretendió derrocar a Carlos IV e implantar la república en España. Condenado a la horca tras el malogrado golpe, se le conmutó la pena por un castigo perpetuo en una prisión de Venezuela, de donde escapó acompañado por otros amigos de presidio, con quienes preparó una nueva sublevación.

El alzamiento pretendía abolir la esclavitud, separar Venezuela de la corona española y declarar una república que habría de ser el germen de sucesivas actuaciones revolucionarias. El fracaso de esa nueva conspiración, denominada “de Gual y España” por los apellidos de los principales impulsores, sirvió sin embargo para que Cortés Campomanes se distinguiera como letrista y compositor de soflamas por lo que se le conoció finalmente como “el poeta de la revolución”.

Como muestra, traigo aquí algunas de las estrofas de su particular Carmañola o Carmagnole:

  1. Yo que soy sin camisa
    un baile tengo que dar
    y en lugar de guitarras
    cañones sonarán.
    Bailen los sin camisa
    y viva el son, y viva el son.
    Bailen los sin camisa
    y viva el son del cañón.
  2. Si alguno quiere saber
    por qué estoy descamisado,
    porque con los tributos
    el Rey me ha desnudado.
  3. No hay exceso ni maldad
    que el Rey no haya ejecutado
    no hay fuero, no hay derecho
    que no haya violado.
  4. Todos los reyes del mundo
    son igualmente tiranos
    y uno de los mayores
    es ese infame Carlos…

Cortés Campomanes, que falleció en 1835 en Bruselas, tuvo ocasión de combatir al lado de Bolívar, de reñir incluso con él después de perder su confianza, y de participar en la independencia de Colombia antes de pasar a vivir en Las Antillas. Un visionario, como tantos otros revolucionarios españoles a los que enardecieron sus propias canciones.

Escrito por Joaquín Díaz para la edición nº 31 de VD, febrero-marzo 2023.

https://funjdiaz.net/

 

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