VIVE DISFRUTANDO

Viviendo con las personas

Recordando que hace un año sufríamos un confinamiento propio casi de una guerra, me viene a la cabeza un pensamiento que, en aquellos días, me resultaba muy recurrente:

¡Las ganas que tenía de poder volver a pasear y sentir las calles con VIDA!

Fue una salvación para la mayoría (sobre todo para estar entretenidos en lo que duró el encierro) poder comprar a través de Internet, que nos llegasen a casa, en días, cosas que no podíamos tener de otra forma, a consecuencia de las restricciones, y que hizo que muchos negocios de barrio permanecieran cerrados. El silencio se apoderó de las calles. La vida se perdió de alguna forma en nuestras calles, no sólo en los hospitales.

Si de por sí “montar un negocio rentable” es tarea complicada, en esos días se vio todavía todo más enrevesado. Pequeños negocios con futuro se vieron con una realidad incierta y sin la posibilidad de ofrecer a sus clientes ningún servicio.

Fotografía de un comercio de barrio

Muchos negocios no pudieron soportar las limitaciones, ni el estar tanto tiempo con severas restricciones y sucumbieron después de tantos esfuerzos hechos por mantenerse abiertos, algunos, incluso, que ya habían pasado de generación familiar.

Revindico desde estas líneas la colaboración entre todos en la economía, por nosotros, que somos quienes habitamos en las ciudades y los pueblos de España. Que la sociedad avanza es un hecho. Sin embargo, aquí también hay que ser crítico con quien todavía cree que la normalidad tiene que volver a ser la realidad que vivíamos antes de la pandemia. Es muy cómodo poder comprar desde una aplicación o desde una página web y recibirlo en casa en unos días, pero, al mismo tiempo, no querría imaginar un futuro de ciudades o pueblos en los que no se pudiera hacer compras en tiendas de toda la vida, porque hayan sido sustituidas por megacentros comerciales o por grandes superficies, dedicadas en exclusiva a la gestión logística y a llevar a cabo la “última milla” para entregar en casa nuestros pedidos.

Soy de las personas que disfruto en las tiendas de barrio, comprando y preguntando al comerciante, dejándome asesorar por quien sabe de los productos que vende y que luego yo consumiré. Pero también es cierto que, en ocasiones, la vida que llevamos nos lo pone complicado y hace que la frecuencia con la que vemos a nuestro tendero no sea la que querríamos.

Apuesto también por aportar soluciones e ideas como que los comerciantes se asocien y los que ya lo están, avancen en dar soluciones a sus clientes que les permitan también, de una manera similar a los negocios online, la posibilidad de comprar por teléfono, por e-mail o a través de algún marketplace y recibir sus pedidos en casa. De esta forma, todos podremos salir beneficiados de los avances y, a la vez, no tendremos que perder en el camino negocios ni tampoco lo que, al final, es una forma de vida.

Comercios en Valladolid los tenemos de todas las clases. Aprovechemos tales circunstancias. Impulsemos también, entre todos, la suerte de poder tener todavía tiendas de ropa, más allá de las grandes marcas, y demos valor a la diferenciación para que los consumidores también recuperen las ganas de salir a comprar en los negocios de proximidad, pero que dispongan además de los beneficios a los que, de alguna forma, ya nos hemos ido acostumbrando.

Por José Rivas

 

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