Ilustres de Valladolid II (José Zorrilla) -

Llega nuestro romántico dilecto a las informativas hojas de VIVE DISFRUTANDO. Para hablar de nuestro ilustre vecino, Don José Zorrilla, es fácil encontrar palabras amables, y sólo hay que coger la pluma más delicada para mostrar el amor que la ciudad de Valladolid siente por él. Nace en 1817, sietemesino, y tiene que ser bautizado de urgencia con el “agua de socorro”, un gran susto familiar que fue tapado por la leyenda del “pájaro de vistoso plumaje que se posó en la tapia del jardín de la casa” como anuncio de su futura grandeza. José Zorrilla, siempre está presente en nuestra ciudad en una escultura emblemática cerca del Campo Grande; aunque dicen que murió en Madrid en 1893, nos resistimos a creerlo por su inmortal “Don Juan Tenorio”, sus obras teatrales, y sus inconfundibles versos.
En su niñez fue un escuchador encantado de las historias relatadas por su madre, y lo que oía en las tertulias paternas, una mezcla de crímenes, ejecuciones, tormentos, y prodigios. De adulto sus fecundas musas le aficionaron a leyendas de temas legendarios con una atmósfera fantástica, sobrenatural y terrorífica; y corren anécdotas de su desbordante fantasía abrazando lo sobrenatural, con cinco años decía haber hablado con el fantasma de su abuela, a la cual no conoció en vida; y que veía a los “jinetes de la muerte” galopar frente a su calle.
Su propia vida resulta una obra teatral, el padre es un hombre autoritario con el que mantuvo una relación difícil, le envía a estudiar leyes a Toledo, pero Zorrilla, empeñado en ser “poeta”, se dedica a leer poesía, y a divertirse. Su progenitor le matricula de nuevo en Valladolid, y él huye de su casa después de robar una mula para llegar a Madrid. El tópico romántico se incrusta en su corazón, y en sus escritos dice haber tenido el destino superior del poeta como algo inevitable. Experimentó con frecuencia los apuros económicos, el éxito, y es sin duda uno de los grandes de las letras.